
Era una época confusa, con antiguos vestigios paganos (el vampirismo ya existía en la mitología griega), la herejía cátara y su consiguiente persecución inquisitorial, el acecho del Islam. Se cuenta que durante generaciones era frecuente en tierras catalanas que las madres asustaran a sus hijos rebeldes con llamar al conde Estruc si no eran buenos.
Decíamos que este vampiro era muy seductor, las mujeres caían rendidas entre sus brazos y otros órganos más viriles quedándose embarazadas y pariendo monstruos al cabo de los nueve meses reglamentarios que fallecían no más nacer.
El escalofrío duró hasta que una anciana religiosa encontró su sepulcro y le dió muerte. El vampiro desapareció de las comarcas y no se volvió a levantar por las noches de su tumba. Otras versiones dicen que fue un judío que rompió el hechizo, pero aún así la leyenda perduró durante siglos.
En 1991 apareció una novela dedicada a nuestro seductor vampiro, Estruch de Salvador Sáinz y varios cuentos más del mismo autor.
No es el único mito vampírico de la Península Ibérica porque tenemos los Dip (los perros vampiros de Pratdip, Tarragona) y la Guajona de Cantabria.
Se ha especulado mucho sobre el origen de la leyenda, pero la hipótesis más creíble es la que estuviera relacionado con el catarismo en Occitania que la Iglesia de Roma condenó llevando a la hoguera a miles de sus fieles. Muchos de ellos huyeron a Cataluña, como los Astruc convertidos en Estruc al cambiar de patria. De los cátaros se contaban muchas historias macabras para justificar su persecución, tal como ocurriera con los primeros cristianos en la Roma de los Césares.
Se sabe que se les acusó de servir a Lucifer, de practicar actos satánicos y toda clase de aberraciones. Esa calumnia en el caso de Estruc se convirtió en leyenda con el paso de los años, llegando hasta nuestros días convertida en relato de vampiros.
El castillo de Llers, donde transcurrió la leyenda, fue destruido en la Guerra Civil española a causa de una explosión de la Iglesia, situada al lado del mismo, que fue utilizada por los republicanos como polvorín. El pueblo fue asimismo arrasado por dicho motivo.